Juan Cristóbal Beytía, Capellán de TECHO

JUAN CRISTÓBAL BEYTÍA, CAPELLÁN DE TECHO

“HEMOS LOGRADO QUE CASI 7 MIL FAMILIAS TENGAN SU VIVIENDA DEFINITIVA”

El capellán de TECHO, ingeniero de profesión, de estilo informal, carismático y opinante, se encuentra actualmente en un proceso de ordenamiento interno de la institución, debido al crecimiento explosivo que han experimentado. Sólo en Chile, hoy trabajan 157 personas.

Como sucesor de Felipe Berríos, Juan Cristóbal ha continuado su legado inserto en una realidad social en la que los datos hablan por sí solos. Hoy son 36.000 familias viviendo  en campamentos, el equivalente a la región de Aysén completa. En Chile hay 693 campamentos, de los cuales un 76% no tienen conexión regular al agua potable, es decir, no tienen con qué cocinar ni ducharse. Un 91% no tienen conexión regular al alcantarillado, lo que acarrea graves problemas de salubridad. Un 48% no tiene conexión a la electricidad. La tasa de analfabetismo en los campamentos es de un 12,5%, cinco veces más que la tasa nacional. Un 66% de los adultos no ha terminado la educación media y un cuarto ni siquiera la educación básica. La cantidad de gente desempleada es en torno a un 11%. Pero además, los trabajos que tienen son informales, por lo que están desprotegidos ante la eventualidad de perderlos. Así es la realidad de los campamentos en Chile.

Revisando estas cifras, ¿Cómo ha sido el desarrollo de TECHO desde sus inicios hasta hoy?

TECHO empezó en 1997 como una campaña llamada “Dos mil mediaguas para el 2000”, un tema acotado que tenía que ver con sacar a la gente del piso de tierra. A poco andar, tras cumplir la meta anterior, se planteó construir dos mil mediaguas más. Después, fortuitamente y por desgracia, ocurrió un terremoto en El Salvador el año 2001 y otro terremoto en Perú. La gente de TECHO quiso estar presente construyendo mediaguas donde se pudiera, para ayudar a esas personas por lo menos con una vivienda de emergencia. Así empezó nuestra internacionalización. Hoy estamos presentes en 19 países de América Latina, todos excepto Cuba, Jamaica, Belice y las Guyanas. En Chile queremos funcionar como casa matriz y ese es uno de los temas en los que nos está ayudando Carey. A formar una segunda fundación que sea la fundación internacional, una especie de holding. Con esto le damos una estructura jurídica a algo que ya sucede en la práctica, pero es bueno formalizarlo porque nos permite funcionar mejor.

¿Cómo TECHO ha abordado la pobreza en Chile?

Desde los inicios entendimos que la mediagua no es todo lo que se necesita para salir de la pobreza porque hay déficits en distintos ámbitos de la vida, no sólo la casa. La pobreza tiene muchas dimensiones y por eso hemos implementado programas en base a educación, a desarrollo de competencias laborales, clínicas jurídicas, programas de salud, entre otros. Por lo mismo, aparece la necesidad de abordar la vivienda definitiva y de acompañar a estas familias en dicho proceso. Nos hemos preguntado: ¿Por qué la gente se va a vivir a un campamento? Es como cuando le entra agua a un bote. Si tú tienes una bomba que saca el agua, la velocidad de salida tiene

“Hoy estamos en una situación crítica”

que ser igual a la velocidad de entrada porque si no te hundes. Hoy estamos en una situación crítica. Necesitamos urgentemente dos soluciones: cómo lograr que el sistema de salida sea más rápido y en eso hay un tipo de propuesta que podemos hacer al Gobierno, al Ministerio de Vivienda. Lo otro es cómo evitamos que la gente entre al campamento, porque nos damos cuenta de que hoy hay situaciones sociales que están empujando hacia eso.

¿Cuáles son esas situaciones?

Hay vulnerabilidades a las que las familias están expuestas permanentemente. Algunas de ellas tienen que ver con el bajo capital social, la falta de redes, la baja escolaridad, la baja capacitación laboral. Todo eso hace a una familia más vulnerable. Cuando una familia es monoparental, depende fuertemente de un sueldo. Si el jefe de hogar lo pierde, es un problema. O lo que nosotros llamamos la resiliencia financiera, es decir, tu margen mensual entre tus ingresos y tus gastos es muy chico, o es negativo y vives endeudado. Para esas familias a veces basta con que ocurra un sólo hecho para caer en el campamento.

 

Cuando una familia se instala en un campamento, las implicancias urbanas y sociales de reubicarlos, ¿son muy complicadas?

Exacto, hay que tener mucho cuidado porque sacarlos de un espacio significa que todas sus redes de apoyo cambian. Chile cometió errores graves como fue Bajos de Mena donde ubicaron a una gran cantidad de familias en un mismo lugar, lejos de la ciudad, de sus fuentes laborales, sin hospitales, colegios, carabineros, bomberos. Se transformó en un “gheto”, generando otro tipo de problemas sociales. Hemos entendido que los procesos de salida de los campamentos son largos. Hoy, con todos los papeles y trámites que hay que hacer, hemos visto familias que han demorado cinco ó seis años en llegar a tener la vivienda definitiva. Es demasiado tiempo.

Desde que TECHO se hizo cargo de esta realidad, ¿Cuáles han sido sus logros?

Hemos logrado que 6.925 familias tengan su vivienda definitiva. Eso es un motivo de celebración. Esta cifra corresponde al 11% de lo que ha construido Chile en viviendas definitivas desde el 2007, cuando empezamos a trabajar en esto. Que una fundación sea el 11% de lo que se hace en Chile, es casi vergonzoso.

¿Ahora el foco entonces está en desarrollar viviendas definitivas?

Sí. Cuando tú pones una mediagua en un campamento, sigue siendo campamento y la mediagua sigue siendo transitoria.

Nuestra meta es construir viviendas definitivas. Tiempo atrás, tuvimos una campaña “2010 sin campamentos”. Le pusimos mucho empeño, nos acercamos bastante a la meta, pero no lo logramos. Hoy día en Chile siguen habiendo 36 mil familias en campamentos, seis mil más que hace tres años. Como ves este es un fenómeno que ha aumentado debido a que algunas familias arriendan sus casas para aumentar su ingreso, el cual no les alcanza para cubrir sus gastos.

¿Quién más debería proveer soluciones para abordar esta realidad? ¿El gobierno cómo ha participado?

No quiero encasillarme con ningún color político, pero la política del gobierno anterior fue bastante perniciosa porque entregó unos voucher de subsidio directo a las personas, para que ellas escogieran su proyecto de vivienda. Esto partía de la base de que iban a haber muchos proyectos construidos, pero en la práctica fue un error, porque finalmente esos proyectos no se construyeron. El gobierno dio por superada la situación de las familias que tenían un voucher entregado, pero en la práctica, sólo fue un papel que dejó en las mismas condiciones de siempre a la gente que lo recibió.

Otro tema que nos llama la atención fue que en la reciente cuenta del 21 de mayo, la Presidenta Bachelet no mencionó los campamentos. Tengo dos hipótesis ante esto: No nos mencionaron porque han ido más lento de lo que querían, o este tema no es una prioridad o tal vez ambas. Hoy estamos embarcados en un momento político donde lo que se busca es la universalidad de derechos. El piso mínimo del chileno hoy día debería ser mayor que el que tenía antes. Pero eso no puede significar que dejemos de ponerle foco a algunas familias que ni siquiera alcanzan ese piso. Cuando tú planteas la gratuidad universitaria, pero te das cuenta de que dos tercios de los adultos no han terminado la educación media, la verdad es que es una bonita política, pero hay gente que no ha logrado ni siquiera el paso anterior. Necesitamos reforzar o hacer políticas focalizadas para la gente que queda rezagada incluso de la política universal.

Hablando de justicia social y ligándolo al aporte que pueden hacer los privados a través del trabajo pro bono, ¿qué opinas de esa vinculación?

El trabajo pro bono y la responsabilidad social empresarial es clave. Me llama la atención que esto recién se esté abordando más. La empresa tiene una vocación social en sí misma. Es un aporte de transformación de la sociedad. La empresa está empezando a ponerse metas no sólo con respecto a sus utilidades, si no que se está dando cuenta de que tiene que ser responsable con sus trabajadores, con su comunidad, con el medio ambiente. Tiene que ver con una visión de largo plazo.

Sobre el trabajo pro bono, aquí en TECHO tenemos el apoyo de Carey, que ha sido de una ayuda inestimable. Somos una fundación que por principio trabaja con gente joven. Nos interesa que sean ellos los que produzcan el cambio. Por esta razón necesitamos gente con experiencia que nos pueda apoyar con su conocimiento. Para muchos de los que están aquí, este es su primer trabajo, vienen a aprender y en ese sentido el contacto con especialistas es importante. Ahora estamos constituyendo la fundación internacional y ha sido clave contar con el apoyo de un estudio grande, donde converjan las distintas perspectivas y se analicen todos los ángulos, a nivel laboral, tributario, etc. No cualquiera tiene todas esas competencias y Carey ha sido un gran aliado en ese sentido.