¿Conoces a Miradas Compartidas?

En el Día de la Solidaridad en Chile, queremos destacar especialmente a nuestro cliente pro bono, Miradas Compartidas, por su enorme contribución a la inclusión social y laboral de personas con discapacidad mediante distintas experiencias y programas, que buscan generar una verdadera transformación social. Los felicitamos por su trabajo y te invitamos a conocerlos. ¡Por más miradas compartidas en el país y el mundo!

Medicina especializada en zonas extremas: “Le hemos cambiado la vida a 147.000 familias”

MEDICINA ESPECIALIZADA EN ZONAS EXTREMAS:

“Le hemos cambiado la vida a 147.000 familias”

Entrevista a Roberto Levin

DIRECTOR EJECUTIVO DE LA FUNDACIÓN ACRUX

La Fundación Acrux realizó su primer operativo en 2003 con el fin de disminuir las listas de espera en atención médica de hospitales del país. La integran casi 3.000 médicos voluntarios dispuestos a viajar a los lugares más recónditos de Chile y ahí entregar prestaciones médicas a pacientes que lo necesiten.

¿Cómo nació la idea de crear la Fundación Acrux?

Siempre he trabajado en el área de salud, pero en el ambiente privado, nunca lo había hecho en el área pública. Hace casi 20 años le hicimos una presentación a algunos doctores para ir en ayuda de la gente más necesitada. Ahí nacimos y empezamos a ver el gran problema de las listas de espera. En salud privada cada persona llama por teléfono para pedir una hora médica y lo más complejo que puede pasar es tener una cita con un dermatólogo, por ejemplo, dentro de un mes y medio. En cambio, en el sector público, la espera es en promedio de un año y medio a dos años, porque no hay especialistas que den abasto.

Al ver esta realidad, decidí juntar a un grupo de médicos e hicimos nuestro primer operativo. Fue durante una mañana de invierno, en Pudahuel, en el Noviciado, una zona totalmente rural. Fueron tres médicos, un ginecólogo, un ecografista y un pediatra, en un camión llamando a la gente por alto parlante. Y así la gente reaccionó y nos visitaban para atenderse. En ese operativo conseguimos que viniera un canal de televisión, en específico el programa “Buenos días a Todos”, y de esta forma lo hicimos en vivo y en directo. Me acuerdo de que apareció una señora que nunca se había atendido con un ginecólogo y tenía 52 años.

Luego de eso, llamó una mujer al canal diciendo que tenía que sacarse el útero porque tenía un cáncer, y que llevaba 3 años esperando una ecografía. Nos contactaron nuevamente y la atendimos nosotros inmediatamente. Finalmente, lo que ella creía que era un tumor era un quiste, nada maligno. Entonces, atender esa espera y que le diéramos tratamiento en 5 minutos, me motivó a seguir. Y ahí pensé que todo era posible.

Luego hicimos otro operativo en Recoleta y en Santiago, pero más acotados, de las 8 de la mañana a las 12 del día y así seguimos hasta que la Armada me contactó y me pidió si podíamos hacer un operativo en Puerto Natales. Fuimos con 20 médicos y vimos que había una necesidad increíble de especialistas. Las mujeres que estaban embarazadas tenían que irse 3 meses antes a Punta Arenas, porque se congela el camino y no pueden llegar a tiempo, y tampoco había maternidad en Natales. Así detecté una serie de estos casos y quise formalizar la fundación. El año 2013 nos constituimos. Empezamos a ir a más lugares, hicimos alianza con la Armada, con el Ministerio de Salud y otras instituciones.

Lo más grande que hemos hecho fue un operativo también a Arica con 147 médicos, y atendimos cerca de 16.000 pacientes en cuatro días.

¿Cómo se hacen
las solicitudes?


Lo vemos directamente con el Ministerio de Salud y con los Servicios de Salud, les presentamos nuestra planificación y ahí nos comentan dónde ir. Cuando el lugar está definido, me contacto con el Servicio de Salud y les aviso las fechas y llevamos los médicos que necesiten. En abril de este 2022 hicimos un operativo en Arica con 42 médicos vasculares, colonoscopistas, medicina interna, de todo.

El año pasado identificamos que en Arica las listas de espera estaban desde el 2020. Logramos reducir en un 25% esa lista y dejarla en solo un año de espera. Ese mismo fin de semana estuvimos en Punta Arenas, Puerto Edén, Cerro Castillo, Porvenir y Puerto Natales con 68 médicos. Es decir, estuvimos con dos operativos de manera simultánea, en las zonas más extremas de Chile.

¿Y al comienzo estuvieron visitando los mismos lugares?

Sí. Cuando volvíamos, luego de un año de haberlos visitado, nos encontrábamos a las personas esperando nuevamente conseguir una hora al médico por falta de equipos, ese era otro problema, entonces conversamos con algunas empresas como Phillips y Siemens, y conseguimos equipos endoscópicos y de otros tipos, y así empezamos a crecer.

¿Cuál es el alcance de la Fundación hoy?

Hoy tenemos 998 médicos disponibles en la red y lo más importante es que trabajan de forma voluntaria. Tenemos una alianza con Empresas Banmédica que reúne a varios prestadores de salud, quienes tienen 2.000 médicos más, entonces hoy yo puedo decir que tenemos 2.998 médicos voluntarios disponibles. Hay algunos que viajan con nosotros dos a tres veces en el año, otros que se motivan por el boca a boca, en definitiva, esto es una unión de voluntades.

En toda esta red hay varios actores que participan: el Gobierno con los Servicios de Salud, los gobernadores de cada zona, las empresas, laboratorios y médicos que se unen por esta causa. Los médicos, que muchos de ellos estudiaron gratis, nos dicen que esta es una forma de retribuir. Esa es la filosofía de Acrux, una forma de devolver la mano.

Hasta la fecha hemos realizado 153 operativos, aproximadamente. Los hacemos los fines de semana, viernes en la tarde, sábado y la mitad del domingo, porque de esa forma no se satura el sistema de salud ya que atendemos en los mismos hospitales. Por ejemplo, llegamos a Antofagasta con 50 médicos y se instalan en el policlínico, sin saturar el sistema. Hemos atendido 147.000 pacientes, y creemos que eso se traduce en que hemos contribuido a cambiarle la vida a 147.000 familias. Hoy, hasta hacemos cirugías.

¿Cómo los ha
asesorado Carey?


En algún minuto tuvimos que hacer un convenio internacional, entonces teníamos que hacer un due diligence y ahí necesitamos abogados. Mi hija que trabajó en Carey me contactó con ustedes y partimos trabajando de forma pro-bono. Debo decir que me han atendido muy bien, todos están preocupados, me llaman dentro del día con respuestas, realmente me siento muy bien atendido, como si fuera uno de los grandes clientes de la oficina. -Roberto, a las 6 te llamo. – Y a las 6 me tienen resuelto el problema. ¡Estupendo!

¿En qué lugares de Chile han visto que hay más necesidad?

En todo Chile, pero normalmente nuestra misión es en las zonas extremas, que es donde no hay especialistas. Donde más necesidad he visto es en Chiloé. Hay muchas islas y la gente no puede viajar. Otras zonas complejas son Porvenir, Aysén, Chile Chico, Puerto Cisnes, Cochrane. Últimamente hemos estado en Perquenco, Galvarino, Ercilla. Independiente de todos los problemas que hay, nosotros hemos ido y no hemos tenido ningún inconveniente. No sé si es por el bien que hacemos, o porque la gente sabe que hay necesidades de salud.

¿Qué es lo más gratificante de haber creado esta fundación?

Estoy devolviendo a la vida lo que me entregó. Yo creo que he sido bendecido, un favorecido de Dios. Cada operativo implica un cansancio físico fuerte, pero una alegría y satisfacción para el alma, maravillosa. Cada vez nos quedamos con el alma gordita para el próximo operativo. En el chat que formamos con los médicos escriben: Ya, ¿Cuándo nos vemos de nuevo?, ¡Oye, no me han llamado! ¿Por qué? Siempre hay voluntarios.

¿Qué proyectos tienen a futuro?

El problema de las listas de espera es dinámico. En cuatro años más vas a volver a escuchar sobre un tema que no se resuelve fácilmente y que crece en número y en tiempo cada vez. Nuestro proyecto a futuro es seguir siendo una institución que pueda contribuir a disminuir esas listas de espera, aumentando la cantidad de pacientes y prestaciones entregadas, los operativos médicos que hacemos cada año, así como la cantidad de médicos y socios que nos colaboran. Nuestro principal proyecto a futuro es ser reconocidos como una de las instituciones más importantes en la realización de operativos médicos para resolver lista de espera en el país. Nuestro trabajo diario se enfoca en ese importante objetivo.  

El otro tema es que Chile es un país marítimo de una larga costa y lo ideal sería contar con un buque hospital, que existe en otros países, que recorriera el país, eso sería un gran apoyo. Pienso en Arica, Iquique, Antofagasta. Con esto se podría ampliar la oferta de atenciones en los servicios de salud. En España y EE.UU. hay buques de ese tipo. Pero fallamos en el presupuesto. Un buque hospital como el que nosotros queremos vale US$80 millones. Falta el ¡vamos! Es una meta que queremos lograr, aunque va más allá de nuestro quehacer diario.

Para conocer más de la Fundación Acrux, revisa este video:

Juan Cristóbal Beytía, Capellán de TECHO

JUAN CRISTÓBAL BEYTÍA, CAPELLÁN DE TECHO

“HEMOS LOGRADO QUE CASI 7 MIL FAMILIAS TENGAN SU VIVIENDA DEFINITIVA”

El capellán de TECHO, ingeniero de profesión, de estilo informal, carismático y opinante, se encuentra actualmente en un proceso de ordenamiento interno de la institución, debido al crecimiento explosivo que han experimentado. Sólo en Chile, hoy trabajan 157 personas.

Como sucesor de Felipe Berríos, Juan Cristóbal ha continuado su legado inserto en una realidad social en la que los datos hablan por sí solos. Hoy son 36.000 familias viviendo  en campamentos, el equivalente a la región de Aysén completa. En Chile hay 693 campamentos, de los cuales un 76% no tienen conexión regular al agua potable, es decir, no tienen con qué cocinar ni ducharse. Un 91% no tienen conexión regular al alcantarillado, lo que acarrea graves problemas de salubridad. Un 48% no tiene conexión a la electricidad. La tasa de analfabetismo en los campamentos es de un 12,5%, cinco veces más que la tasa nacional. Un 66% de los adultos no ha terminado la educación media y un cuarto ni siquiera la educación básica. La cantidad de gente desempleada es en torno a un 11%. Pero además, los trabajos que tienen son informales, por lo que están desprotegidos ante la eventualidad de perderlos. Así es la realidad de los campamentos en Chile.

Revisando estas cifras, ¿Cómo ha sido el desarrollo de TECHO desde sus inicios hasta hoy?

TECHO empezó en 1997 como una campaña llamada “Dos mil mediaguas para el 2000”, un tema acotado que tenía que ver con sacar a la gente del piso de tierra. A poco andar, tras cumplir la meta anterior, se planteó construir dos mil mediaguas más. Después, fortuitamente y por desgracia, ocurrió un terremoto en El Salvador el año 2001 y otro terremoto en Perú. La gente de TECHO quiso estar presente construyendo mediaguas donde se pudiera, para ayudar a esas personas por lo menos con una vivienda de emergencia. Así empezó nuestra internacionalización. Hoy estamos presentes en 19 países de América Latina, todos excepto Cuba, Jamaica, Belice y las Guyanas. En Chile queremos funcionar como casa matriz y ese es uno de los temas en los que nos está ayudando Carey. A formar una segunda fundación que sea la fundación internacional, una especie de holding. Con esto le damos una estructura jurídica a algo que ya sucede en la práctica, pero es bueno formalizarlo porque nos permite funcionar mejor.

¿Cómo TECHO ha abordado la pobreza en Chile?

Desde los inicios entendimos que la mediagua no es todo lo que se necesita para salir de la pobreza porque hay déficits en distintos ámbitos de la vida, no sólo la casa. La pobreza tiene muchas dimensiones y por eso hemos implementado programas en base a educación, a desarrollo de competencias laborales, clínicas jurídicas, programas de salud, entre otros. Por lo mismo, aparece la necesidad de abordar la vivienda definitiva y de acompañar a estas familias en dicho proceso. Nos hemos preguntado: ¿Por qué la gente se va a vivir a un campamento? Es como cuando le entra agua a un bote. Si tú tienes una bomba que saca el agua, la velocidad de salida tiene

“Hoy estamos en una situación crítica”

que ser igual a la velocidad de entrada porque si no te hundes. Hoy estamos en una situación crítica. Necesitamos urgentemente dos soluciones: cómo lograr que el sistema de salida sea más rápido y en eso hay un tipo de propuesta que podemos hacer al Gobierno, al Ministerio de Vivienda. Lo otro es cómo evitamos que la gente entre al campamento, porque nos damos cuenta de que hoy hay situaciones sociales que están empujando hacia eso.

¿Cuáles son esas situaciones?

Hay vulnerabilidades a las que las familias están expuestas permanentemente. Algunas de ellas tienen que ver con el bajo capital social, la falta de redes, la baja escolaridad, la baja capacitación laboral. Todo eso hace a una familia más vulnerable. Cuando una familia es monoparental, depende fuertemente de un sueldo. Si el jefe de hogar lo pierde, es un problema. O lo que nosotros llamamos la resiliencia financiera, es decir, tu margen mensual entre tus ingresos y tus gastos es muy chico, o es negativo y vives endeudado. Para esas familias a veces basta con que ocurra un sólo hecho para caer en el campamento.

 

Cuando una familia se instala en un campamento, las implicancias urbanas y sociales de reubicarlos, ¿son muy complicadas?

Exacto, hay que tener mucho cuidado porque sacarlos de un espacio significa que todas sus redes de apoyo cambian. Chile cometió errores graves como fue Bajos de Mena donde ubicaron a una gran cantidad de familias en un mismo lugar, lejos de la ciudad, de sus fuentes laborales, sin hospitales, colegios, carabineros, bomberos. Se transformó en un “gheto”, generando otro tipo de problemas sociales. Hemos entendido que los procesos de salida de los campamentos son largos. Hoy, con todos los papeles y trámites que hay que hacer, hemos visto familias que han demorado cinco ó seis años en llegar a tener la vivienda definitiva. Es demasiado tiempo.

Desde que TECHO se hizo cargo de esta realidad, ¿Cuáles han sido sus logros?

Hemos logrado que 6.925 familias tengan su vivienda definitiva. Eso es un motivo de celebración. Esta cifra corresponde al 11% de lo que ha construido Chile en viviendas definitivas desde el 2007, cuando empezamos a trabajar en esto. Que una fundación sea el 11% de lo que se hace en Chile, es casi vergonzoso.

¿Ahora el foco entonces está en desarrollar viviendas definitivas?

Sí. Cuando tú pones una mediagua en un campamento, sigue siendo campamento y la mediagua sigue siendo transitoria.

Nuestra meta es construir viviendas definitivas. Tiempo atrás, tuvimos una campaña “2010 sin campamentos”. Le pusimos mucho empeño, nos acercamos bastante a la meta, pero no lo logramos. Hoy día en Chile siguen habiendo 36 mil familias en campamentos, seis mil más que hace tres años. Como ves este es un fenómeno que ha aumentado debido a que algunas familias arriendan sus casas para aumentar su ingreso, el cual no les alcanza para cubrir sus gastos.

¿Quién más debería proveer soluciones para abordar esta realidad? ¿El gobierno cómo ha participado?

No quiero encasillarme con ningún color político, pero la política del gobierno anterior fue bastante perniciosa porque entregó unos voucher de subsidio directo a las personas, para que ellas escogieran su proyecto de vivienda. Esto partía de la base de que iban a haber muchos proyectos construidos, pero en la práctica fue un error, porque finalmente esos proyectos no se construyeron. El gobierno dio por superada la situación de las familias que tenían un voucher entregado, pero en la práctica, sólo fue un papel que dejó en las mismas condiciones de siempre a la gente que lo recibió.

Otro tema que nos llama la atención fue que en la reciente cuenta del 21 de mayo, la Presidenta Bachelet no mencionó los campamentos. Tengo dos hipótesis ante esto: No nos mencionaron porque han ido más lento de lo que querían, o este tema no es una prioridad o tal vez ambas. Hoy estamos embarcados en un momento político donde lo que se busca es la universalidad de derechos. El piso mínimo del chileno hoy día debería ser mayor que el que tenía antes. Pero eso no puede significar que dejemos de ponerle foco a algunas familias que ni siquiera alcanzan ese piso. Cuando tú planteas la gratuidad universitaria, pero te das cuenta de que dos tercios de los adultos no han terminado la educación media, la verdad es que es una bonita política, pero hay gente que no ha logrado ni siquiera el paso anterior. Necesitamos reforzar o hacer políticas focalizadas para la gente que queda rezagada incluso de la política universal.

Hablando de justicia social y ligándolo al aporte que pueden hacer los privados a través del trabajo pro bono, ¿qué opinas de esa vinculación?

El trabajo pro bono y la responsabilidad social empresarial es clave. Me llama la atención que esto recién se esté abordando más. La empresa tiene una vocación social en sí misma. Es un aporte de transformación de la sociedad. La empresa está empezando a ponerse metas no sólo con respecto a sus utilidades, si no que se está dando cuenta de que tiene que ser responsable con sus trabajadores, con su comunidad, con el medio ambiente. Tiene que ver con una visión de largo plazo.

Sobre el trabajo pro bono, aquí en TECHO tenemos el apoyo de Carey, que ha sido de una ayuda inestimable. Somos una fundación que por principio trabaja con gente joven. Nos interesa que sean ellos los que produzcan el cambio. Por esta razón necesitamos gente con experiencia que nos pueda apoyar con su conocimiento. Para muchos de los que están aquí, este es su primer trabajo, vienen a aprender y en ese sentido el contacto con especialistas es importante. Ahora estamos constituyendo la fundación internacional y ha sido clave contar con el apoyo de un estudio grande, donde converjan las distintas perspectivas y se analicen todos los ángulos, a nivel laboral, tributario, etc. No cualquiera tiene todas esas competencias y Carey ha sido un gran aliado en ese sentido.